miércoles, 28 de febrero de 2018

LA ÚLTIMA BATALLA


La Última Batalla
Lucas tiene 10 años,  vive en un remoto pueblo de Varsovia, capital de Polonia. Le encanta el fútbol y todas las tardes jugaba con su abuelo Francisco, ex militar polaco en la segunda guerra mundial. Cuando Lucas salía de la escuela, su abuelo le iba a buscar, a Lucas le encantaba porque siempre le llevaba unos caramelos de limón, que eran sus favoritos. Se iban a comer juntos y cuando Lucas terminaba sus deberes salían al parque a jugar. Su abuelo era muy bueno jugando al fútbol, siempre le contaba que cuando era más joven, jugaban al fútbol con sus compañeros de escuadrón. Una vez había anochecido, se iban del parque camino a casa. Por el camino Francisco le contaba anécdotas de la guerra, Lucas prestaba mucha atención a las historias que su abuelo le contaba. Cuando llegaban a casa el abuelo se ponía su uniforme de militar con todos sus galones y jugaban a revivir antiguas batallas contra los alemanes nazis. Lucas era muy feliz en aquella época, su familia no tenía mucho dinero y sus padres trabajaban todo el día para sacar adelante a la familia, con que apenas les veía. Se pasaba el día entero con su abuelo, que además era su mejor amigo. Pero todo eso cambió un día, salió corriendo de la escuela al encuentro de su querido abuelo y se llevó la desagradable sorpresa de que no estaba allí como siempre hacía. Lucas estaba muy confuso, ¿qué habría podido pasar? Decidió volver a casa de su abuelo solo, por el camino pensaba posibles soluciones como: estará comprando caramelos de limón o no encuentra las llaves. Iba tan distraído pensando posibles soluciones que no se dio cuenta de que su abuelo estaba perdido por el pueblo. Se enteró gracias a una vecina que se cruzó por el camino y se lo dijo. Lucas salió corriendo en su búsqueda, al encontrarlo corrió a abrazarlo. Su abuelo le dijo que no recordaba el camino a la escuela y que tratando de volver a casa se perdió, esa fue la primera señal de que algo malo estaba sucediendo. Volvieron a casa, comieron juntos, Lucas terminó sus deberes y fueron al parque. Por el camino el abuelo no paraba de preguntar que a dónde iban, y Lucas le respondía siempre  que a donde iban todos los días, al parque, esa fue la segunda señal. En el parque nada era como siempre, el abuelo no se acordaba de jugar al fútbol. Decidieron volver a casa antes de lo habitual, pero en casa nada cambió, Lucas le pidió que le contara más  historias de la guerra, pero él le dijo que no sabía de qué  historias hablaba, Lucas rompió a llorar. Recordó una cosa que le habían dicho en la escuela semanas atrás, una enfermedad que hacía olvidar cosas a las personas mayores, el alzhéimer. Le explicaron que no tenía cura, pero que se podía retrasar mostrando cosas conocidas como familiares o fotografías, Lucas corrió a la cajonera donde su abuelo guardaba viejas fotografías de la guerra, ¡empezó a recordar algunas escenas!, pero no todas. Meses más tarde el abuelo había empeorado, le costaba hasta reconocer a su nieto, no recordaba cómo vestirse, hasta que un día se cayó al suelo y dijo que sus piernas no se movían, en ese momento, Lucas se dio cuenta de que su abuelo había perdido la última batalla. Un mes más tarde el abuelo falleció a causa de una gripe que empeoró al salir desnudo a la calle porque no sabía vestirse, pero antes de morir le dijo: toma este galón por tu valentía, yo he caído en combate.