La Última Batalla
Lucas tiene 10
años, vive en un remoto pueblo de
Varsovia, capital de Polonia. Le encanta el fútbol y todas las tardes jugaba
con su abuelo Francisco, ex militar polaco en la segunda guerra mundial. Cuando
Lucas salía de la escuela, su abuelo le iba a buscar, a Lucas le encantaba
porque siempre le llevaba unos caramelos de limón, que eran sus favoritos. Se
iban a comer juntos y cuando Lucas terminaba sus deberes salían al parque a
jugar. Su abuelo era muy bueno jugando al fútbol, siempre le contaba que cuando
era más joven, jugaban al fútbol con sus compañeros de escuadrón. Una vez había
anochecido, se iban del parque camino a casa. Por el camino Francisco le
contaba anécdotas de la guerra, Lucas prestaba mucha atención a las historias
que su abuelo le contaba. Cuando llegaban a casa el abuelo se ponía su uniforme
de militar con todos sus galones y jugaban a revivir antiguas batallas contra
los alemanes nazis. Lucas era muy feliz en aquella época, su familia no tenía
mucho dinero y sus padres trabajaban todo el día para sacar adelante a la
familia, con que apenas les veía. Se pasaba el día entero con su abuelo, que
además era su mejor amigo. Pero todo eso cambió un día, salió corriendo de la
escuela al encuentro de su querido abuelo y se llevó la desagradable sorpresa
de que no estaba allí como siempre hacía. Lucas estaba muy confuso, ¿qué habría
podido pasar? Decidió volver a casa de su abuelo solo, por el camino pensaba
posibles soluciones como: estará comprando caramelos de limón o no encuentra
las llaves. Iba tan distraído pensando posibles soluciones que no se dio cuenta
de que su abuelo estaba perdido por el pueblo. Se enteró gracias a una vecina
que se cruzó por el camino y se lo dijo. Lucas salió corriendo en su búsqueda,
al encontrarlo corrió a abrazarlo. Su abuelo le dijo que no recordaba el camino
a la escuela y que tratando de volver a casa se perdió, esa fue la primera
señal de que algo malo estaba sucediendo. Volvieron a casa, comieron juntos,
Lucas terminó sus deberes y fueron al parque. Por el camino el abuelo no paraba
de preguntar que a dónde iban, y Lucas le respondía siempre que a donde iban todos los días, al parque,
esa fue la segunda señal. En el parque nada era como siempre, el abuelo no se
acordaba de jugar al fútbol. Decidieron volver a casa antes de lo habitual,
pero en casa nada cambió, Lucas le pidió que le contara más historias de la guerra, pero él le dijo que
no sabía de qué historias hablaba, Lucas
rompió a llorar. Recordó una cosa que le habían dicho en la escuela semanas
atrás, una enfermedad que hacía olvidar cosas a las personas mayores, el
alzhéimer. Le explicaron que no tenía cura, pero que se podía retrasar
mostrando cosas conocidas como familiares o fotografías, Lucas corrió a la
cajonera donde su abuelo guardaba viejas fotografías de la guerra, ¡empezó a
recordar algunas escenas!, pero no todas. Meses más tarde el abuelo había
empeorado, le costaba hasta reconocer a su nieto, no recordaba cómo vestirse,
hasta que un día se cayó al suelo y dijo que sus piernas no se movían, en ese
momento, Lucas se dio cuenta de que su abuelo había perdido la última batalla.
Un mes más tarde el abuelo falleció a causa de una gripe que empeoró al salir
desnudo a la calle porque no sabía vestirse, pero antes de morir le dijo: toma
este galón por tu valentía, yo he caído en combate.